¿La Sangre de Cristo qué significa? – La pequeña frase “la sangre de Cristo” es una de las más usadas en el Nuevo Testamento, y representa la muerte sacrificial y obra completa de la expiación de Jesús a favor de nosotros. La sangre derramada en la Cruz y la muerte de Cristo simboliza el perdón de nuestros pecados.
(47-6) Hebreos 9:22. ¿Qué quiere decir Pablo con “sin derramamiento de sangre no se hace remisión”? – Como se ha señalado anteriormente, la remisión de pecados bajo la ley de Moisés requirió el derramamiento de la sangre de un animal. Al establecer las leyes respecto a las ordenanzas de los sacrificios en el antiguo Israel, el Señor explicó: “Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona” (Levítico 17:11).
Medicamento, mito y alimento La sangre, además de su importancia fisiológica, tiene una significación mitológica y simbólica. Se ha asociado con la vida y el alma, con los cultos solares y la recolección de las cosechas, con la juventud y el deseo de inmortalidad.
Su historia forma parte de la historia de la ciencia, pero también de la simbología, la mitología y la historia del arte. El autor realiza un recorrido histórico y simbólico por el universo de la sangre y el conocimiento que los seres humanos han ido adquiriendo sobre un líquido tan vital para la existencia.
Las comunidades arcaicas se dieron cuenta de la importancia de la sangre. Los heridos se debilitaban al perder sangre, y de los cadáveres no brotaba sangre. La conclusión parecía evidente: la sangre es la vida, la vida reside en la sangre, que debe ser preservada para conservar intactas las fuerzas vitales.
La ofrenda de la sangre Si la sangre es lo más valioso que tienen las personas, ¿qué ofrenda puede superar al ofrecimiento de la propia sangre o de las víctimas elegidas para hacer sacrificios a los dioses o aplacar a los demonios? La sangre, derramada sobre la tierra, calmaba los terremotos. Los dioses recibían ofrendas con derramamiento de sangre.
Los ceremoniales aztecas incluían el sacrificio ritual de personas, a las que se les arrancaba el corazón para satisfacer a los dioses, rendirles pleitesía, fertilizar a la tierra y favorecer el tránsito del sol por el cielo. Todavía hoy, los penitentes de Semana Santa se azotan y castigan para expiar sus faltas y obtener el perdón de Dios.
Se creía que beber sangre de un tigre te convierte en tigre, del mismo modo que la sangre de la lechuza te transmitía la agudeza de su visión. El canibalismo ha sido interpretado por algunos antropólogos como una actividad simbólica en la que los caníbales se apoderan de la fuerza vital de las personas que devoran.
El caníbal como feligrés, el canibalismo como comunión. La víctima, lejos de ser desechada como carroña, es devorada para apoderarse de su energía y de su vida. Saturno devora a sus hijos, los dioses devoran a los hombres y éstos devoran a sus dioses. Para los antiguos aztecas, y también para muchos mexicanos, el peyote es la carne de los dioses, que se conserva en altares y que es comida por los feligreses en ceremonias de sofisticada liturgia y simbolismo.