Erzsébet Báthory | |
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Tratamiento | Su Señoría |
Nacimiento | 7 de agosto de 1560 Nyírbátor, Reino de Hungría |
Fallecimiento | 21 de agosto de 1614 (54 años) Čachtice, Reino de Hungría |
Sepultura | Cripta Báthory, Ecsed, Reino de Hungría |
Nog 13 rijen
Contents
Paloma Picasso como Elizabeth Báthory en ‘Cuentos inmorales’. Es tentador decir que la condesa sangrienta se quedó durante su confinamiento sin productos de baño, pero probablemente sería una broma gruesa y además no del todo exacto. La aristócrata húngara Elizabeth Báthory (Nyirbátor, 1560-Csejthe, 1614), también conocida como la Alimaña y la Loba, que son motes como para ir a visitarla, ha pasado a la historia por los horrendos crímenes de que la acusaron y en general se la recuerda sobre todo en la imaginación popular por bañarse en sangre de doncellas para mantenerse joven.
Condenada en 1610 al confinamiento para el resto de sus días en su castillo de Csejthe, actual Chactice, Eslovaquia -murió cuatro años después, con el aburrimiento que hoy no nos cuesta nada imaginar-, evidentemente dejó de poder echar mano de las jóvenes con las que daba salida a sus pulsiones criminales.
Pero en realidad, aunque nos fascine la imagen de la mujer solazándose en su rojo baño producto del asesinato, no está acreditado que ese fuera uno de los delitos que cometió y por los que la castigaron. Más información La inmersión en sangre es de hecho una adherencia posterior a su leyenda, un siglo después de su muerte, que no aparece en las acusaciones de su tiempo ni en los documentos procesales de su caso.
Según los testimonios usados en su contra, la noble húngara sería una asesina en serie sádica que torturaba y mataba por placer a las chicas que eran sus víctimas (se llegó a citar la cifra de 650 muertes), pero no había en ello componente vampírico ni cosmético (lo que no empequeñece sus crímenes).
No obstante, la imagen, alimentada por el cine y la literatura (Valentine Penrose ha evocado en La condesa sangrienta, que ahora ha reeditado WunderKammer, como nadie a la aristócrata “ordeñando la sangre para recibirla en su estática belleza”), es tan poderosa que resulta igual de imposible sacar a Elizabeth Báthory de su baño de sangre como a Cleopatra del suyo de leche de burra.
Leyenda –
Este artículo o sección necesita referencias que aparezcan en una publicación acreditada, Este aviso fue puesto el 30 de septiembre de 2013. |
Ruinas del castillo de Čachtice, donde Erzsébet Báthory supuestamente cometió sus crímenes, permaneció presa y falleció. Según la leyenda, Erzsébet Báthory (Isabel, en castellano), fue una cruel asesina en serie obsesionada por la belleza, la cual utilizaba la sangre de sus jóvenes sirvientas y pupilas para mantenerse joven en una época en que una mujer de 44 años se acercaba peligrosamente a la ancianidad.
Lo primero que vieron fue a una sirvienta en el cepo del patio, en estado agónico debido a una paliza que le había fracturado todos los huesos de la cadera. Esto era práctica corriente y no les llamó la atención, pero al acceder al interior se encontraron a una chica desangrada en el salón, y otra que aún estaba viva aunque le habían agujereado el cuerpo.
En la mazmorra encontraron a una docena que todavía respiraban, algunas de las cuales habían sido perforadas y cortadas en varias ocasiones a lo largo de las últimas semanas. De debajo del castillo exhumaron los cuerpos de 50 muchachas más. Y el diario de Isabel contaba día por día sus víctimas, con todo lujo de detalles, hasta sumar un total de 612 jóvenes torturadas y asesinadas a lo largo de seis años.
Por todas partes había toneladas de ceniza y serrín, usados para secar la sangre que se vertía tan pródigamente en aquel lugar.
Referencias –
Leyenda –
Este artículo o sección necesita referencias que aparezcan en una publicación acreditada, Este aviso fue puesto el 30 de septiembre de 2013. |
Ruinas del castillo de Čachtice, donde Erzsébet Báthory supuestamente cometió sus crímenes, permaneció presa y falleció. Según la leyenda, Erzsébet Báthory (Isabel, en castellano), fue una cruel asesina en serie obsesionada por la belleza, la cual utilizaba la sangre de sus jóvenes sirvientas y pupilas para mantenerse joven en una época en que una mujer de 44 años se acercaba peligrosamente a la ancianidad.
Lo primero que vieron fue a una sirvienta en el cepo del patio, en estado agónico debido a una paliza que le había fracturado todos los huesos de la cadera. Esto era práctica corriente y no les llamó la atención, pero al acceder al interior se encontraron a una chica desangrada en el salón, y otra que aún estaba viva aunque le habían agujereado el cuerpo.
Por todas partes había toneladas de ceniza y serrín, usados para secar la sangre que se vertía tan pródigamente en aquel lugar.
Referencias –